La crisis hace de la necesidad una virtud: la población argentina busca proteger su dinero de la manera más activa posible para así escaparle a las repetidas instancias de crisis. Puntualmente, de acuerdo con un relevamiento de Forbes, Buenos Aires tiene el segundo mayor ecosistema de divisas virtuales de todo el mundo. Y de un total de empresas fintech relevadas por la cámara del sector, 12 % se dedica a operar con ellas.
Además, si bien solo el 20 % de los argentinos ya posee criptomonedas, el 79 % está dispuesto a comprar una moneda digital, según el estudio «Cryptocurrencies and the Future of Money», del Center for the Governance of Change (CGC) de IE University. Este dato contrasta fuertemente con lo que ocurre con los encuestados europeos y estadounidenses, que consideran que las criptodivisas son demasiado arriesgadas. Esto sugiere, según los especialistas, que los países con una dilatada trayectoria de estabilidad monetaria están menos abiertos a acoger nuevos formatos de dinero.
En el caso puntual de la Argentina, este crecimiento está atado a las dificultades que existen en el país para comprar moneda extranjera para el atesoramiento desde 2011 a la fecha —que pasó de cepos más o menos duros hasta períodos de una libertad restringida, sumada a la reconocida capacidad de los argentinos para ser early-adopters de tecnologías disruptivas—. De hecho, el portal especializado iProUp estimó que la compra de criptomonedas creció 400 % luego del resultado de las elecciones primarias de agosto del año pasado, cuando la incertidumbre económica y financiera llegó a su pico. El promedio de las operaciones se ubicó en $30.000.
Los argentinos quieren invertir en criptomonedas, pero, como se verá a continuación, aún queda un largo camino por recorrer.
Las contradicciones del sistema
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) define inclusión financiera como «el acceso a servicios financieros (crédito, ahorro, seguros y servicios de pago y transferencias) formales y de calidad, y su uso por parte de hogares y empresas, bajo un marco de estabilidad financiera para el sistema y los usuarios».
El porcentaje de bancarización está en crecimiento en todo el mundo, excepto en la Argentina, donde, por cuestiones macroeconómicas, bajó un 2 %, según cifras del Banco Mundial. Y el grado de no bancarización del país está arriba del 45 %, a diferencia de otros países de la región como Chile (26 %), Brasil (30 %) y Uruguay (36 %)
Más allá que la bancarización en la Argentina es más baja que en el resto de la región, esta creció hasta 50 % en 2014, aunque luego comenzó a estancarse. Sin embargo, hay que señalar que la que tiene que ver con los sectores de mayores ingresos continúan creciendo.
Una cuestión extra, pero no menor, en este sentido, es el bajo ratio de crédito que existe en el país: de acuerdo con Accenture, está en un 15 %, contra 78 % de Chile, 59 % de Brasil y 26 % de Perú. Es decir, menos de 2 de cada 10 argentinos pueden acceder a un crédito.
La desconfianza en el sistema bancario es grande y lleva a que se observen eventos casi cómicos: un informe del Banco Central sostiene que un 80 % de los argentinos adultos es titular de una cuenta bancaria. Pero, del otro lado no quieren admitirlo o no saben este hecho, ya que solo el 48 % manifiesta tenerla. Además, 8 de cada 10 personas retira el total de sus ingresos todos los meses.
La oportunidad en la contradicción
¿Qué conclusiones pueden sacarse de estos datos contrapuestos? Que los argentinos tienen una intensa desconfianza en su sistema financiero, producto de continuas decepciones como quiebras de banco, el «corralito» del 2001, los distintos «cepos» cambiarios y que, en las últimas semanas, se manifestó con los reclamos por las personas que sacaron un crédito UVA que, inflación alta y retraso salarial mediante, vieron cómo las cuotas aumentaron a un ritmo preocupante.
Esta aversión a los bancos tiene su contracara: el ecosistema fintech argentino ya incluye a 217 empresas, lo que muestra no solo la capacidad de los argentinos para emprender en condiciones adversas, sino también que hay un mercado que busca nuevas soluciones. Y las fintechs no dejan de sumar clientes.
Es en este contexto contradictorio en el que las criptomonedas son una opción para resguardar el valor de los activos de los argentinos, que, como puede verse, buscan constantemente opciones para evitar perder lo que tanto les cuesta ganar: el dinero. Que sea físico o digital es, a esta altura de los acontecimientos, una anécdota.
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